Entrevista a César Bona: "El fin de la educación no es crear seres empleables, sino íntegros"
César Bona (Zaragoza, 1972) se ha pasado 18 meses
recorriendo España en busca de otra forma de enseñar. Fruto de ese
periplo es el libro Las escuelas que cambian el mundo.
Escuelas que no están en Finlandia (reconocida universalmente como el
modelo educativo a seguir), pero que, de alguna manera, están
contribuyendo a cambiar la forma de entender la educación en España.
Bona, quien estuvo entre los 50 finalistas al Mejor Profesor del mundo
en la primera convocatoria del premio Global Teacher Prize (una especie
de premio Nobel del profesorado), asegura que "se habla de que es
necesaria una reforma educativa, pero ¿la sociedad está preparada para
cambiar?".
¿Se ha declarado una especie de estado de emergencia educativa en España?
Si echas la vista hacia atrás, hace unos años en los
medios de comunicación siempre había una noticia negativa sobre
educación cada día. Ahora, muchas veces sale alguien que está realizando
un proyecto educativo interesante o una escuela que está innovando… Es
interesante e importante el hecho de que por fin los medios de
comunicación estén dando importancia a la educación en positivo. El
hecho de que los partidos hablen de que es necesario un pacto también es
importante. Ahí, los dirigentes deben pensar y reflexionar que las
decisiones afectan a todo el país. Y, además, tienen que pensar que los
pasos que den deben estar por encima de las ideologías porque la
educación lo está.
¿Ese es uno
de los grandes males de la educación: el hecho de que cada partido
quiere imponer su impronta cuando llega al poder?
Los partidos deben evaluar la situación. Evaluar es algo que hacemos a
diario todas las personas. Si voy por una acera y tropiezo con una
piedra seguro que al día siguiente no me pasará porque habré evaluado la
situación. Eso deben hacer los políticos: evaluar. Ver lo que no se ha
hecho bien y hacerlo de otra manera. Está claro que por muchas reformas
que se han hecho en los últimos años no hemos ido a mejor. He tenido la
suerte de viajar durante 18 meses por España y he visto que hay miles de
maestros y maestras que tienen pasión por lo que hacen y están deseando
dar lo mejor. Y ser formados.
¿Hacia dónde debe dirigirse la formación de los futuros maestros y maestras?
Somos seres sociales, pero educamos a entes individuales. Cuando entras
en un aula y ves los pupitres de uno en uno mirando hacia la pizarra ya
sabes qué tipo de interacción va a producirse. Los alumnos escucharán
al profesor y repetirán en su mente lo que dice, si es posible sin
hablar. Eso debe cambiar. Es decir, hay que estimular el trabajo en
equipo, el compromiso social. Ser maestros es un gran privilegio y una
gran responsabilidad cada día. Tenemos que tener la mente abierta y
dispuestos a aprender de todos los que nos rodean: compañeros, niños,
padres… El gen de aprender de los compañeros es fundamental. Crear un
vínculo con las familias también es fundamental. La formación debe ir
dirigida tanto a los docentes en activo como a los futuros maestros. En
junio, se licenciarán miles de maestros con las mismas bondades que los
docentes en activo, pero también con múltiples carencias. Cada día los
profesores tienen que ser conscientes de la gran responsabilidad que
tienen cuando cruzan la puerta del aula y que van a marcar la vida de
los chicos y chicas que tengan la suerte de tenerlos como maestros.
Se carga la responsabilidad en la escuela, pero la sociedad tiene un papel fundamental.
Todos parecen pendientes de los movimientos que se producen en
Finlandia. Por ejemplo, tiran los muros de una escuela para dar clase de
otra manera. Pero, que pruebe alguien a hacer eso en España y a ver qué
pasa. Todo el mundo habla de que es necesaria una reforma educativa,
pero la cuestión es si la sociedad está preparada para ese cambio que
todos pedimos.
La consideración social que tiene el profesorado en Finlandia no tiene nada que ver con la que existe en España.
No sé cuál es la razón, pero siempre tendemos a valorar lo que tenemos
más lejos. Y nos cuesta valorar lo que tenemos más cerca, justo al lado
nuestro. Hay escuelas en todos los sitios de España que hacen cosas muy
bonitas y funcionan a nivel académico y social. Esos tienen que ser
nuestros grandes referentes. ¡Pero si hay gente que lleva haciendo cosas
innovadoras desde 40 años! Cuando se habla de innovación no se trata de
cambiarlo absolutamente todo, sino de repensar las cosas. Se trata de
poner en el centro al niño, no al currículum educativo ni al maestro. Y a
partir de ahí, ver si queremos educar entes individuales o entes
sociales que sepan usar el conocimiento.
Su último libro versa sobre las
nuevas escuelas y la forma en que están cambiando la educación en
España. Pero da la sensación de que no existe una política uniforme
detrás que las respalde, sino que es el esfuerzo de unos pocos
especialmente motivados.
Es verdad que
detrás de esas escuelas hay equipos directivos y de profesorado
motivados y perseverantes, que saben que les va a costar cambiar las
cosas y convencer a los padres. Cuando hablo de que hay miles de
maestros y maestras que desean ser formados, esa misma formación debería
ir a las universidades y a la administración. De lo contrario siempre
caminaremos por senderos paralelos y no se cruzarán. Si todos miramos en
la misma dirección sí se podrán cambiar las cosas.
PISA valora la empleabilidad, la competitividad, deja al margen otro tipo de formación.
Si se miden las competencias de lengua, matemáticas y ciencias habría
que mirar también cómo se está enseñando en las escuelas. Los informes
de PISA no tienen en cuenta otro tipo de cosas que sí se enseñan. Si
pudiéramos recoger los titulares de los periódicos una semana después de
salir PISA parece que todo se limita a establecer una clasificación de
países. Se vuelve a perder la esencia de lo que es la educación. Algunos
titulares señalan que unas comunidades están a un curso escolar de
distancia de otras… El fin de la educación no es ese y el de PISA
tampoco debería ser. Si PISA valorará el sistema memorístico, España
estaría bastante más por encima. Hay competencias que no mide, como el
respeto a las diferencias, la cooperación, las emociones…El fin de la
educación no es crear seres empleables. Hay gente que solo piensa que
hay que formar para trabajar, pero de lo que se trata es de crear seres
íntegros. Cualquier jefe o compañero requiere gente que vea retos en
lugar de problemas, que sean creativos, que sepan trabajar en equipo,
respetuosos… Todo eso es lo que debe trabajarse.
Pero los padres solo tienen en cuenta las notas, que la escuela sea más o menos inclusiva no es algo que les llame la atención.
Cambiar la educación depende del conjunto de la sociedad. Las notas son
simplemente una ayuda para ver cómo van los alumnos. Muchas veces se
asocian únicamente al conocimiento. Y si seguimos asociando la escuela
al conocimiento exclusivamente nos vamos a perder muchas otras cosas. Si
fuera padre, más que unas notas lo que me importaría es que mis hijos
fuesen íntegros. Tampoco podemos olvidar que los niños tienen que ir
felices a la escuela. Eso no significa que no haya exigencia ni que no
haya buenos resultados. Es justo al contrario.
Es decir, que se queden con ganas de volver al colegio.
Es una obviedad. Si va con ganas de aprender ya tenemos la mitad del
camino recorrido. Si alguien está saturado no tiene ganas de volver a lo
mismo, pero eso es algo que nos pasa a los adultos también. Queremos
educar a nuestros hijos como nosotros fuimos educados. ¿Por qué? Pues
porque hay cierto temor a cambiar las cosas, pero si no se cambian van a
seguir siendo de la misma manera.
Es decir, dejar de dar importancia al resultado y mucha más al proceso
En el sistema memorístico todo se resume en que lo que da el profesor
el alumno se lo devuelve a través de un examen. Falta la participación,
que los alumnos se sientan implicados tanto en la escuela como en la
sociedad. Una de las destrezas de un maestro debe ser encontrar el
talento de cada chico. Y no me refiero a lo que se ve en los programas
de televisión. Hay que parar de tanto conocimiento e invitar a la
reflexión a los niños también y dar importancia a cuestiones como la
autoestima. El factor que más influye en el éxito académico es el
autoconcepto y las expectativas que tienen los demás de ti. Para formar
seres íntegros, el conocimiento es una de las partes que hay que tener
en cuenta, pero es preciso educar en la frustración, en la resiliencia,
en la autoexigencia, en el respeto a las diferencias… Y todo eso no se
tiene en cuenta en PISA.
Entrevista de Eduardo Azumendi a César Bona en eldiario.es: "El fin de la educación no es crear seres empleables, sino íntegros"
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