El informe PISA que evalúa 70 sistemas educativos saca un aprobado raso como sistema de evaluación
PISA ha vuelto a todos los titulares.
Pasa cada tres años, cuando la OCDE libera los datos del informe de
educación más famoso del mundo. Los resultados suelen dar para mucho y
adoptan, coinciden los expertos, formas diferentes en función de los
ojos que los miren. Son muchos datos, pero el estudio concede pocas
explicaciones.
En esta ocasión, sabemos que España
registra ligeras mejoras que la igualan a la media de la OCDE tras la
caída de esa puntuación de referencia. Y también que, a priori, que lo
que mide PISA es algo más que las competencias que se adquieren entre
las cuatro paredes de un aula. Evalúa, como explica la OCDE, la literacia, un conjunto de competencias y destrezas entre las que las curriculares son solo una pequeña parte del pastel.
La experta en Psicología Educativa Elena Martín destaca en este análisis
"el reduccionismo de los aprendizajes evaluados, las limitaciones
metodológicas de los análisis y el insano fondo competitivo que subyace a
toda su lógica", aunque anima a leer sin maniqueísmos los resultados
para extraerles todo el jugo posible. Al menos, sostiene, como gran
fuente estadística que sirva como punto de partida para empezar a
trabajar en lo local.
"Todo se puede medir mejor"
Esta experta y otros consultados por eldiario.es valoran la aportación
de PISA –"conocer es siempre mejor que no conocer"–, pero todos rechazan
que los resultados permitan algo tan "monumental" como medir y explicar
cómo y por qué funcionan los sistemas educativos de 72 países
diferentes a partir de una comparación entre ellos.
"La gran virtud y el gran problema de PISA es homogeneizar los niveles
de conocimientos y competencias. Es una tarea muy complicada. Cada
sistema tiene sus pecualiaridades y cualquier cosa que midas se podría
medir mejor, siempre", apunta José García Montalvo, catedrático de
Economía de la Universidad Pompeu Fabra.
La OCDE va
introduciendo periódicamente nuevos indicadores y áreas de medición.
Este año, por ejemplo, incluye como novedad la resolución de problemas
en equipo y los conocimientos financieros. ¿Se puede seguir avanzando
sobre la base de PISA? ¿Hay margen para la mejora en la evaluación?
Tres especialistas proponen fórmulas para conocer con más rigor
científico y sociológico los porqués de los resultados de PISA, más allá
de la mera sucesión de números y correlaciones.
¿Los empollones son buenos en PISA?
"Medir mejor lo que hace PISA" es el objetivo del equipo multidisciplinar en el que trabaja el sociólogo José Saturnino Martínez desde
la fundación COTEC. "La idea es evaluar en dos momentos del tiempo a
los mismos alumnos para ver qué pasa a través de pruebas equiparables a
PISA, algunas psicológicas y otras que aporten indicadores de
contenido", explica.
Su fórmula busca, entre otras
cosas, estudiar en qué medida las competencias que mide PISA están
relacionadas con los contenidos de la escuela, en este caso española.
"Así podemos ver qué trabaja el sistema, si incide por ejemplo en el
aprendizaje memorístico más que en las competencias. Porque puede ser
que estudiantes con notas muy buenas tengan malos resultados en
competencias, es decir, en saber aplicar lo que conocen, y viceversa",
detalla.
Estas novedades, recuerda Martínez, podrían
tener cabida sin pasar por alto que, "como sí muestra PISA, la variable
con más fuerza en la vida escolar de los estudiantes es el nivel socioeconómico y cultural de las familias".
En cualquier caso, apunta García Montalvo, la dificultad está en pasar
de la correlación –lo que revela como máximo PISA– a la causalidad.
"Para saber que hay una causalidad entre factor y efecto, no puedes
hacer como los médicos: suministrar una medicación y evaluar
reacciones".
Eliminar la "discusión ideológica"
Todo esto, añade Saturnino Martínez, debería servir para vacunarnos de
la "falsa tecnocracia" con la que PISA asocia la política educativa. "Si
algo funciona en siete países de 72, entones que lo haga el resto.
Pensar esto es absolutamente loco. Hacer política educativa no es verte
los datos, sacar unos parámetros y plantarlo en el BOE, que es lo que ha
hecho Wert. Y con qué resultado".
"Estamos
explicando muy mal PISA porque una gran mayoría se centra en utilizar
las estadísticas como arma para justificar por qué alguien lo hizo mal
con sus políticas educativas, cuando eso es algo, además, que se aprecia
en un plazo largo de tiempo. Los efectos no son inmediatos. El debate
técnico y científico queda desvirtuado por la discusión ideológica",
critica García Montalvo.
El catedrático Julio Carabaña pone como ejemplo en este análisis el
hecho de que los recortes en educación que ha sufrido España no hayan
dejado huella en PISA y se pregunta con escepticismo a "qué factores
responde entonces lo que mide la OCDE y de cuánta intensidad".
"No hay que culpar a las herramientas, sino a cómo colectivos con poder
se apropian de la interpretación de esa herramienta. Y ahí está la
trampa ideológica de la calidad como una regla de medir. ¿Qué es
calidad? Es una palabra vacía que cada uno entiende como le da la gana y
le interesa", añade en este sentido el sociólogo José Saturnino
Martínez. Y lanza una última advertencia: "Lo peligroso es que el debate
se ha ideologizado con el disfraz de que no es ideológico".
Más factores subjetivos
Para Enric Prats, profesor de Pedagogía Internacional en la Universidad
de Barcelona, la clave para mejorar PISA es combinar factores objetivos
con otros. "Ratios, recursos, salarios de docentes, peso de las
familias... con cuestiones como la satisfacción con la educación en
general y con su educación", explica.
Dice que se lo
pregunta a sus alumnos y alumnas y la respuesta a la primera –negativa–
es muy diferente a la segunda –positiva–. "Analizar ese dato
longitudinalmente, al cabo de tres o cinco años, siendo subjetivo,
permite construir una percepción, una tendencia para contrastar muy
curiosa".
Con las variables actuales, Prats es
rotundo: "No es posible comparar países". "Es comparable si se pudiera
asegurar que los alumnos evaluados han seguido unos procesos de
aprendizaje similares". Si acaso, remata el experto, el análisis puede
ser "con muchas comillas interesante para ver la evolución de un mismo
país".
Artículo de Sofía Pérez Mendoza en eldiario.es: "El informe PISA que evalúa 70 sistemas educativos saca un aprobado raso como sistema de evaluación"
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