Los experimentos que demuestran que es posible quitar deberes
Hubo un tiempo, no tan lejano, y desde luego
mucho menos moderno, en el que los deberes escolares estaban
prácticamente prohibidos. Por ley. El 18 de octubre de 1973 el Boletín
Oficial del Estado (BOE) publicaba una resolución del Ministerio de
Educación y Ciencia que establecía en su primer punto que
"los programas de los centros serán elaborados de forma que eviten como
norma general el recargo de actividad de los alumnos con tareas
suplementarias".
Consideraba el ministerio que
"la extensión y naturaleza de estas actividades no han sido, ni son, las
más adecuadas para la correcta formación de los educandos". Aquel
principio se abandonó con las nuevas leyes educativas y hoy en día los
deberes son un elemento más del sistema educativo prácticamente desde la
etapa de infantil. Se asumían como necesarios, casi nadie se
cuestionaba su utilidad y/o conveniencia.
En los últimos tiempos se ha reabierto el debate. Las
familias agrupadas en Ceapa, la confederación estatal laica de Ampas, no
los quieren. Han pedido que se retiren por sistema para las edades más
tempranas porque, afirman, generan desigualdad, consumen las horas libres de los menores, crean conflictos familiares...
No son los únicos. Hay profesores que también prefieren no ponerlos, y
colegios enteros que están mudando hacia una metodología que excluye las
tareas en el hogar por sistema o al menos cambia mucho cómo se enfocan.
Prohibido hacer deberes
Uno de los casos más extremos es el del CEIP Aguamansa, un centro
público canario que incluyó en su proyecto educativo -la guía que marca
el trabajo y objetivos de un colegio- que no se pondrían deberes a los
alumnos. Ninguno. "Los niños ya pasan suficientes horas en el colegio
para ir a casa y no poder dedicar tiempo a oras actividades
importantes", explica al otro lado del teléfono Cristina Albelo, su
directora. Esta docente cree que el problema es que "el currículum es
tan grande, tan amplio, que no da tiempo a darlo en clase".
Para esquivar este escollo, en el madrileño colegio Manuel Nuñez de
Arenas decidieron cambiar toda la metodología del centro y abrazar el
aprendizaje por proyectos, cambio que posibilitó (e implicó) obviar los
deberes. "Los libros de texto son los que marcan los deberes", empieza
Isabel Vizcaíno, maestra en el centro. "Haces un tema en clase y los
ejercicios que no da tiempo a completar se mandan para casa. Nosotros
apostamos por eliminar los libros de texto y al no tenerlos no se mandan
deberes", explica. Al menos no al estilo tradicional. Alguna actividad
puede caer, pero del tipo buscar una información en internet o hacer una
manualidad.
Algo similar ocurre en la red de centros
Amara Berri, en Euskadi. Estos colegios desarrollaron su propia
metodología educativa trabajando a través de lo que denominan
"contextos" (áreas de aprendizaje por las que los alumnos van pasando y
trabajando en grupos), que solo contempla los deberes como último
recurso en caso de necesidad concreta de algún alumno. "Los deberes
sistemáticos generan más diferencias. Para quien vaya bien harán que
avance más. Para quien vaya mal, seguramente sea una forma de hundirlo",
ilustra Marivi Gorosmendi, jefa de estudios. En Amara Berri, cuando
ocasionalmente se pone alguna tarea, "se consensúa con la familia y se
le explica qué rol deben jugar. No queremos que sea una carga para las
familias", añade. Las tareas en el hogar aparecen algunas cosas
mecánicas, "pero con el objetivo de que vayan planificando de cara a la
secundaria".
Mejor tareas domésticas
Es básicamente lo mismo que sucede en el colegio Montessori Palau de Girona. Este centro, que sigue los dictados de la pedagoga y científica (y largo etc.) italiana Maria Montessori,
prefiere que las familias se dediquen a "dar autonomía a sus hijos, no
las tareas. Que les den tareas y responsabilidades en casa a los niños,
que les traten como mayores", explica Montse Julià, su directora. Habla
de poner la mesa, ayudar en casa, poner lavadoras. Académicamente, "lo
más importante es que acompañen a los niños en la lectura, que les
encante leer". Como en Amara Berri, los deberes quedan como algo
excepcional para aquellos menores que puedan tener alguna dificultad.
Un elemento común en estos centros, obviamente cuatro entre muchos pero
ejemplos de que otra aproximación a los deberes es posible, es que
abandonaron la metodología tradicional para probar otras vías de
enseñanza-aprendizaje. El trabajo por proyectos, y teniendo en cuenta la
teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner en el Aguamansa,
también los proyectos del Nuñez de Arenas, los contextos de Amara Berri
o el sistema Montessori, no utilizan los libros de texto como
herramienta fundamental (si es que llegan a estar en el aula) de las
clases y los currículums se afrontan desde otra perspectiva que las
unidades didácticas.
Vizcaíno reflexiona al respecto.
"Ha habido mucha presión. Los profesores hemos tenido parte de culpa en
todo esto. Pero las editoriales también han hecho mucho daño porque nos
ofrecían muchas cosas, por ejemplo material informático, y nos
comprometíamos a trabajar con ellos durante varios años. ¿Qué ha
generado todo esto? Que al final se trabaja con libros, los padres los
han comprado y exigen que se utilicen. Se ha hecho muy cómodo" para el
profesor.
Albelo, de Aguamansa, señala directamente a
la ley. "Pide a los niños que manipulen, observen, contrasten. Y luego
ponen un currículum muy extenso, es incongruente, no hay tiempo.
Necesitamos priorizar los temas", defiende. Un ejemplo de lo que dicen
Vizcaíno y Albelo: un alumno puede tener siete libros de texto con diez
temas cada uno y 20 ejercicios por unidad. Es complicado que llegue a
todo. "Y los padres no son responsables de esto", señala la directora
canaria. Como sostiene Julià y piensan muchos más, "si los deberes son
tan importantes, ¿qué hacen los niños tantas horas en el colegio?".
Artículo de Daniel Sánchez Caballero en eldiario.es: "Los experimentos que demuestran que es posible quitar deberes"
Comentarios
Publicar un comentario