LA LOMCE pondrá una prueba o reválida a los alumnos cada tres años
Cuando esté implantada del todo la LOMCE, en el
curso 2016-17, los alumnos pasarán evaluaciones en 3º de Primaria, 4º de
la ESO, 2º de Bachillerato (estas dos últimas han venido a conocerse
como reválidas y son necesarias para obtener el título), las pruebas de
acceso a la Universidad los que tomen ese camino... como mínimo. Porque
en algunas regiones, como Madrid, tendrán –tienen ya– otra en 6º de
Primaria y otra más en 3º de la ESO, lo que supone que todos los
escolares madrileños tendrán que hacer al menos cuatro pruebas en los 10
años que dura la etapa de educación obligatoria (entre 6 y 16 años) y
una o dos más los que accedan a Bachillerato.
"Hacemos muchísimas pruebas que cuestan mucho dinero, pero otra cosa es
que les estemos sacando partido", reflexiona Elena Martín, catedrática
de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad Autónoma de
Madrid. "Creo que es un concepto de calidad de la enseñanza equivocado,
basado en que por poner más pruebas se va a mejorar", añade.
El objetivo teórico
de las pruebas es evaluar a los alumnos para ver su nivel y, sobre
todo, sus necesidades, a los profesores y a los centros para detectar
qué se hace bien y qué mal. "Comparativamente, hay pocos países en los
que haya que pasar una prueba externa para aprobar la Secundaria
obligatoria", afirma Rafael Feito, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid.
No solo están las pruebas obligatorias que plantea el Gobierno. De fondo también revolotean los exámenes de PISA,
TIMMS o PIRLS, otros exámenes externos que realizan entidades como la
OCDE y que, si bien son muestrales y solo pasan algunos estudiantes, tienen una gran trascendencia –al menos mediática y para el Gobierno– y se han convertido en un gran condicionante del sistema educativo global.
Repetidas veces ha afirmado el Ministerio de Educación que entre sus
objetivos está mejorar en PISA, el examen de referencia mundial en el
que España sale recurrentemente en mitad de la tabla de clasificación de
países que realiza la OCDE. Por si hubiera pocas pruebas, la Comunidad
de Madrid llegó a realizar en 2013 una "experimental" a alumnos de cinco
años.
El riesgo de la mala gestión
Las dudas
que se le plantean a Martín las comparten todos los expertos educativos
consultados para este reportaje: las evaluaciones no tienen por qué ser
negativas per se, pueden aportar información. Pero si se hacen de
determinada manera. De lo contrario presentan muchos riesgos que si no
son bien gestionados acabarán convirtiendo estas pruebas en una losa
para el sistema educativo y los colegios.
"¿Para qué se están utilizando estas pruebas?", pregunta Charo Hernández, profesora y miembro de los Movimientos de Renovación Pedagógica. "Por ejemplo, en Madrid sirvieron para hacer un ranking
de centros: cuáles sacan mejores notas, cuáles peores, etc", se
responde. Y esto provoca que la posición del colegio en estas
clasificaciones acabe siendo casi la mayor preocupación de los centros y
pueda condicionar incluso las matriculaciones. "Las familias acaban
pensando que un colegio es mejor cuanto mejor posición tiene en estos
rankings. Esto crea preocupación en muchos profesores, que dedican el
año a prepararlos, a repetir pruebas del año anterior", explica.
"Y es un problema mayor si no tienes en cuenta el tipo de alumnado que
tiene cada centro", añade Feito. Hay extensa literatura que demuestra
que el rendimiento educativo está ligado al nivel socioecónomico de las
familias. Cuánto más ricas sean y más versados estén los padres, más
rendirá un alumno. Con este condicionante, educativamente puede tener
más mérito lograr que todos los niños de un colegio de un barrio
marginal aprueben un examen a que los de un barrio acomodado saquen un
6. Pero la clasificación dirá que estos últimos sacaron un 6 y los otros
un 5. "Es el caso de Madrid, que no saca los datos por nivel
sociocultural, y los centros con mejores resultados se corresponden con
el nivel sociocultural, no con los mejores centros", explica Martín.
La Comunidad de Madrid fue pionera en la realización de estas pruebas
externas (en 6º de Primaria) allá por 2005. Primero dijo que no
publicaría las clasificaciones, pero acabó haciéndolo. Hay que tener en
cuenta que la región se ha utilizado como laboratorio de pruebas de las
políticas educativas que han acabado expandiéndose por el país a través
de la LOMCE. Y la nueva ley educativa del Gobierno del PP deja libertad a
las Comunidades para decidir si publicarán o no los resultados de las
pruebas, según confirman fuentes del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE).
"Y no creo que las autoridades sean tan finas como para publicar los
datos matizados, hasta ahora no lo han hecho", afirma Feito.
El modelo 'vasco-navarro'
Frente a este modelo, en Navarra o País Vasco también se realizan
pruebas diagnósticas, pero los resultados son para uso exclusivo de los
centros y profesores, no se hacen públicos y no condicionan las
políticas educativas de los centros. "A mí me gustan las pruebas
externas, vienen bien", asegura Alberto Arriazu, director del IES
Navarro Villoslada y presidente de la Federación de Directivos de
Instituto Fedadi. En Navarra se hacen en 4º de Primaria y 2º de la ESO.
"Podemos detectar qué alumnos van mejor, peor, qué podemos hacer con
ellos para que superen la ESO", explica.
Por eso
Arriazu no entiende el sentido de una prueba en 4º, el último curso. "Es
tarde, ya no se puede hacer nada. Como mucho ver qué se puede hacer con
los siguientes cursos. Y si además las pruebas van unidas a la
titulación (si es imprescindible aprobar para obtener el título), hay
mucho riesgo de que el 4º de la ESO se convierta en la preparación de la
prueba", razona. Algo similar a lo que ocurre actualmente con la
Selectividad y 2º de Bachillerato, un curso que muchos consideran casi
perdido porque se dedica en exclusiva a preparar esta prueba.
Esto puede ocurrir con la prueba de 3º de Primaria,
que comienza este año. Su descripción en la norma es algo confusa, y
aunque fuentes del INEE afirman que la prueba "es sólo diagnóstica y no
se tendrá en cuenta para la promoción del alumno", también advierten de
que hay que "tener en cuenta el artículo 20.3 de la LOMCE", que
establece que "de resultar favorable esta evaluación el equipo docente
deberá adoptar las medidas ordinarias o extraordinarias más adecuadas".
La redacción parece dejar la puerta abierta a que se considere la
repetición de curso si el resultado de la prueba es malo.
Otra indicación de riesgo que algunos han visto en el diseño de esta
prueba es que sólo incluye preguntas sobre Lengua y Matemáticas. "¿Por
qué centrarse en dos materias de las hasta diez que podría cursar el
alumnado de tercero? Se están excluyendo, nada más y nada menos, áreas
como las siguientes: Ciencias de la Naturaleza, Ciencias Sociales,
Primera Lengua Extranjera, Educación Física...", reflexiona Feito. "Como
si todos quisiéramos ser abogados del Estado". El INEE responde: "Así
está previsto en la LOMCE". Cosas de Educación.
Artículo de Daniel Sánchez Caballero en eldiario.es: "La LOMCE pondrá una prueba o reválida a los alumnos cada tres años"
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